El 6 de diciembre (día de la constitución Española) marcó un antes y un después en nuestras vidas. Ese día, en el Hospital Clínico de Valencia, vivimos la llegada de nuestras gemelas en un parto lleno de seguridad, amor y confianza. Quiero compartir esta experiencia única de nuestro parto gemelar, no solo para revivirla, sino también para inspirar y acompañar a otras madres que están viviendo algo similar. (Las últimas semanas de mi parto las pasé buscando en internet para saber lo que me esperaba)
Un embarazo gemelar lleno de incertidumbre

Llegar a las 36 semanas fue un verdadero logro tras un embarazo que, aunque en general fue bueno, tuvo momentos difíciles y riesgos desde el principio. Puedes leer más sobre cómo nos enteramos de este embarazo en otro post, pero hoy quiero centrarme en esta experiencia tan especial.
Desde mediados de septiembre, por recomendación médica, tuve que coger la baja debido a varias patologías previas (de las cuales hablaré en otro post). Las últimas semanas fueron especialmente desafiantes: apenas podía moverme de casa, la energía me faltaba, y las noches eran un ir y venir constante al baño o de insomnio.
A esto se sumaba que soy madre de dos hijos de 5 y 3 años, por lo que además de cuidar de mí misma, también tenía que estar presente para ellos. Llegar al día del parto era una fecha más que deseada, no solo por la ilusión de conocer a mis bebés, sino también por el alivio físico y emocional que suponía.
El día del parto: una gran sorpresa


El plan inicial era realizar la inducción del parto en dos fases: el primer día madurarían el cuello del útero con una sonda Foley, y al día siguiente comenzarían con oxitocina. Sin embargo, la naturaleza tenía otros planes.
Cuando llegamos al hospital esa mañana, durante la exploración previa a la monitorización, los médicos descubrieron que ya estaba dilatada de varios centímetros y tenía contracciones rítmicas. Mi cuerpo ya estaba preparado, así que nos saltamos la primera fase y pasamos directamente a monitorizar a las gemelas y comenzar con la oxitocina.
Monitorizando a las gemelas
Mis hijas eran tan activas dentro de mí que monitorizarlas fue un verdadero reto. Mi barriga, enorme en la semana 36, parecía tener vida propia mientras ellas se movían sin parar.
La gemela mayor, «B», estaba en posición cefálica, lo que indicaba que sería un parto vaginal. La segunda gemela, «V», inicialmente estaba en posición transversa, pero durante el día, con sus propios movimientos, se colocó en cefálica. ¡Una niña lista desde el principio!
Las horas transcurrieron entre controles y ajustes. Las matronas, con paciencia y dedicación, me transmitieron calma y seguridad, incluso mientras ajustaban los monitores una y otra vez.
El nacimiento de las gemelas: detalles del parto gemelar en la semana 36

A las 7 de la tarde comenzó la fase final del parto. En el paritorio había un equipo médico maravilloso: varias matronas, ginecólogas, pediatras y hasta una residente que hizo que me sintiera acompañada y empoderada en todo momento.
Uno de los momentos más especiales fue cuando la residente sostuvo un espejo para que pudiera ver cómo salía la cabecita de mis bebés. Esa imagen me llenó de fuerza y me recordó el increíble milagro que estaba viviendo.
Ambas gemelas nacieron sanas y fuertes, con poco más de 2,5 kilos cada una. Aunque el cordón de «B» era tan corto que lo cortaron las médicas, su padre pudo cortar el de «V», un gesto lleno de significado para nosotros.


¿Tienes una historia especial de parto?
¿También viviste un embarazo gemelar o un parto inducido? ¿Estas embarazada de gemelos/as? Me encantaría leer tu experiencia en los comentarios.